Qué triste que todas las relaciones no sean como las de las aves.
Sé que suena extraño, pero sigue leyendo.
Hace muchos años, cuando era sólo un muchacho, una pequeña ave amarilla golpeó nuestra puerta frontal. Cuando miré fuera, vi aquel diminuto cuerpo inmóvil sobre el piso. Abrí la puerta para ver si estaba atontado o, en caso extremo, muerto. Estaba arrodillado sobre ella cuando mi mamá se me unió.
"Carlitos, creo que está muerta. Escuché el golpe contra el vidrio. Se pegó muy duro".
"Mamá, ¿deberíamos enterrarla?" -le preguntaba yo-
"No estoy segura, Carlitos. Cuando miré la primera vez, vi a otra ave aterrizar junto a ella. Parecía querer recogerla. Creo que deberíamos dejar que la naturaleza se encargase de esto. Pongámosla en el techo del auto y veamos qué pasa".
Colocamos la avecilla inmóvil en el techo del auto de mi papá y entramos a la casa. Desde la ventana de nuestra sala observamos a la compañera del ave volar a su lado, agarrando cuidadosamente el torso del cuello del ave muerta en su diminuto pico, y con una fuerza que sólo el amor y la devoción pueden proveer, la levantó en el aire.
Llevó el cuerpo desde el auto, al otro lado de la calle, a unos árboles cercanos en un prado. Voló a sólo unos pocos metros del suelo. A veces se remontó a unos dos metros de altura, pero entonces el peso de su compañera le hacía descender de nuevo. Su lucha fue grande, pero su deseo de no separarse de su compañera fue mayor.
Treinta y cinco años después, salí de mi hogar en una caliente mañana de verano. Miré en dirección de mi vecino de al lado --vivíamos en casas adosadas-- y noté una hebra sencilla de la tela de una araña atada del arbusto de la esquina de su casa a la llanta de uno de sus autos. Pensé que era extraño que una araña tejiera tal red, especialmente de una sola hebra.
Me acerqué para investigar. Cuando me incline para romper la red descubrí que no era tal. Era parte de una cuerda de pescar. Le di un jalón y vi que estaba enredado en los arbustos, y que el otro extremo estaba atado bajo el auto. Uno de los muchachos estaba sentado en la cubierta frontal de la casa.
Comenté: "Parece que alguien camuflaje una trampa alrededor del auto de tu amigo".
Se acercó para ver de qué hablaba. Le di un jalón a la cuerda. Estaba firmemente atorada debajo de la llanta del vehículo.
"Qué extraño, parece que se extendiese totalmente por debajo", dije.
Caminé hacia la parte de atrás del auto y vi a un petirrojo. Batió las alas para alejarse, pero la cuerda, que estaba enredada en su diminuta pata, la mantenía firmemente atada. La pobre ave aleteaba alrededor del pavimento con sólo unos treinta centímetros de cuerda de movilidad.
Lentamente me acerqué e intenté agarrarla. Cuando mis dedos tocaron primeramente sus plumas, graznó y se alejó aleteando de mí. Me moví más rápido en mi segundo intento y logré asir su tembloroso cuerpo. Se retorció y giró su cabeza para picarme, pero mantuve mi agarre.
El muchacho se acercó para mirar, y entonces fue a buscar un cuchillo. Cuando regresó me di cuenta de que probablemente le rompería la patita a la pobre ave al estirar la cuerda antes de cortarla así que le envié a buscar unas tijeras. Regresó y con mucho cuidado removimos el hilo.
El ave quedó libre, pero la mantuve agarrada un poco más, para poder quitarle la última hebra de cuerda de su patita. Hizo un gran esfuerzo y escapó de mi alcance. Voló bajo por sobre el pavimento, bajo una fila de buzones, y hacia un árbol. Era libre de nuevo.
Entonces observe a un segundo petirrojo volar desde un árbol cercano y aterrizar junto al recién liberado petirrojo. Había permanecido cerca, mientras su compañero luchaba por su libertad, y no se hubiera ido hasta que la libertad o la muerte terminase su relación.
Las aves que observé se apareaban de por vida y las luchas que vienen con ella. ¿No desearías tu que las relaciones entre nosotros fueran afines y de esta forma intentar darle un significado igual que lo hacen las aves? Yo sí lo desearía... de hecho ya lo deseo...
así mismo pasa con la iglesia, Dios desea que mantengamos nuestra fidelidad a él y luego a los demás. Fidelidad con fidelidad se paga... cómo dice la biblia:
«Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.»... génesis 24:27.
El Señor, el Señor, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad... éxodo 34:6.
Su obra es perfecta, porque todos sus caminos son justos; Dios de fidelidad y sin injusticia, justo y recto es El... Deuteronomio 32:4
El amor es algo que nos fue heredado por nuestro Dios y lo hiso junto a la fidelidad.
Una vez en el jardín de mi corazón plante una flor muy especial. Pues está flor venía de un jardín que no tenía lo que ella necesitaba ya que estaba por marchitarse.
Cuando ella pedía un poco de amor, recibía amor pero no del puro y verdadero, era un amor que no se impregnaba en sus raíces y por lo tanto no la nutria, era un amor sin magia.
Cuando ella quería crecer linda, hermosa y resplandeciente, no podía, ya que sin duda estaba sembrada esa flor en mal terreno y al pensar, se había equivocado, y se comenzó a marchitar poco a poco.
Cuando yo la vi me di cuenta de que era muy hermosa a pesar de que estaba mal cuidada y sus raíces me inspiraron mucho para cuidarla. Tomé la decisión de quererla. Yo la quería ver crecer hermosa y por eso día tras día la comencé a regar con gotas de amor puro y bueno.
Hacía todo lo posible por atenderla y hacerla sentir bien y cuando alguien pasaba por mi jardín la protegía, no dejaba que la tocaran o que le hicieran algún daño.
Siempre estaba allí para protegerla, y fue así que poco a poco después de todo mi flor creció, se hizo muy hermosa, más hermosa que cualquier otra flor de otro jardín, tenía el color más lindo de todos, El Rojo!!!, ya que era una hermosa rosa y después de todo, Ella se dio cuenta que no todo se había perdido ya que yo fui su esperanza, porque la cuide, la amé y la adoré, porque el destino la puso en mis caminos para restaurarla sin importar lo demás, después de todo, esa flor Mal Cuidada, era lo que yo quería... Esa Flor eras tú...
Por te amo hoy y deseo en lo más profundo de mi corazón cuidar de ti en todo momento de nuestras vidas...
Carlos de León
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