Se vivió y se perdió el amor, algunos por la mano de Dios, otros por el debilitamiento de la vida en pareja.
Hoy pondremos nuestra mirada en la dirección correcta del amor que continúa más lindo que antes, pues en el largo camino de los sentimientos, aprendimos a sumar, a dividir y a multiplicar, sin oportunidades de disminuir en el conocimiento del sentimiento del amor.
El amor maduro llega despacito y se aloja en nuestra vida, sin tiempo para acabar porque ahora sabemos lo que queremos y lo que hacemos para tenerlo con nosotros.
La caminata entre dos es más serena, más existe la complicidad, el cariño es más espontáneo, no nos inhibimos frente al querer, la sintonía es completa y los recuerdos son depositados en el álbum de las nostalgias, conocedores de que los hemos guardado de un tiempo que no volverá.
Enamorarse a nuestra edad es llevar la ternura en la mirada. Es adquirir el brillo más intenso, el deseo de no equivocarse es más fuerte, y de hecho es así porque contamos con el deseo de hacer bien las cosas. +
La construcción de la caminata entre dos, es la suma del querer, es el encuentro de dos almas aplaudidas por dos corazones que dividen la emoción de amar. Las actitudes menudas, los gestos y los detalles son los alimentos que sustentan ese amor que ahora deseamos compartir.
Vivir en pareja es la alegría de la compañía, de la caricia tierna, de los besos todavía calientes, de las miradas insinuantes cuando el deseo se manifiesta y la promesa en la mirada de que, cada amanecer, ¡Será el día más bello entre dos seres que encontraron el amor para amarse por siempre...
¡Ama todos los días de tu vida cómo amas el amor que ahora sientes...!
Te quiero mi amor, te amo como lo dulce en mi vida, te amoooooo
Carlos de León
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